«Se puede vivir como si no existiera
el pasado; caminar kilómetros para alejarse de la propia huella, creer que se
avanza evitando volver la vista atrás.
Poner en palabras, en cambio,
plantea el desafío de mirar al dolor directo a la cara. Es una tarea difícil
pero son ellas, las palabras, las que nos ayudan a nombrar el horror, el miedo,
darles forma y quizás, poder decir aquello que duele. Son las palabras las que nos permiten construir
una memoria en común, e iniciar un nuevo camino. Marzo sigue siendo un mes en
carne viva; aunque intentemos transcurrir sin detenernos ante nada, caminar sin
ver nos hace tropezar».
Reflexionamos sobre el 24 de marzo y compartimos aquí fragmentos del Capítulo dos de la novela "A veinte años, Luz" de Elsa Osorio.
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